9 de junio de 1982: la primera ministra británica Margaret Thatcher, el presidente estadounidense Ronald Reagan (izquierda) y el secretario de Estado de EE.UU. Alexander Haig (centro) frente al Número 10 de Downing Street durante la visita de Estado de Reagan a Londres. (Foto: Fox Photos/Getty Images)

El presupuesto canadiense de 2021: ¿adiós a Reagan y Thatcher?

Hace casi siete años, una política novata examinó el panorama político del mundo democrático y pudo ver los contornos de una nueva era. «Lo que estamos viendo, tanto en Europa Occidental como en Norteamérica, es el fin de la era Reagan/Thatcher y de las ideas políticas que la crearon», escribió entonces Chrystia Freeland, la actual viceprimera ministra de Canadá y ministra de Finanzas.

A la cabeza de sus respectivos gobiernos en los años 80, tanto el presidente de Estados Unidos, Ronald Reagan, como la primera ministra del Reino Unido, Margaret Thatcher, personificaron una agenda de reducción del papel del gobierno en la organización de la sociedad, priorizaban la reducción de impuestos, la derogación de la regulación, la reducción del Estado y proponían la sumisión a las leyes del mercado. Durante casi tres décadas esa agenda se impuso primero en el puñado de países ricos occidentales para extenderse luego por el mundo, frenando las visiones de gobierno incluso de los políticos liberales.

Ya en julio de 2014, Chrystia Freeland sostenía que el mundo occidental estaba en la cúspide de lo que llamaba un «nuevo cambio político tectónico» que requería un cambio en la forma de pensar por y sobre el gobierno.

En ese entonces, Freeland, una de las primeras figuras en ser reclutadas por el líder liberal Justin Trudeau, llevaba apenas ocho meses como diputada. Ahora ella es la ministra canadiense de Economía, enfrentando las dolorosas consecuencias de una pandemia mundial y un futuro imprevisible.

El presupuesto que Freeland presentó el 19 de abril en Ottawa busca hacer frente a la amenaza inmediata del Covid-19 y de reparar y revitalizar la economía con la mirada puesta en el futuro. Pero también puede ser considerado como un documento que aleja al gobierno federal canadiense y al propio debate político de la ideología de Reagan y Thatcher. En el contexto canadiense, esto significa también un alejamiento del ex primer ministro conservador Stephen Harper.

El primer ministro de Canadá, Justin Trudeau, junto a la viceprimera ministra y ministra de Finanzas Chrystia Freeland. (Foto: Adrian Wyld / The Canadian Press)

El gasto permanente cambia el paisaje

El presupuesto propone 135.000 millones de dólares en nuevos gastos durante los próximos cinco años fiscales, la mayor parte de ese dinero será destinado en los próximos tres años a hacer frente al impacto de la pandemia y estimular la economía a medida que el virus retrocede.

Pero también hay un importante gasto permanente: para el ejercicio fiscal 2025-2026, que es lo más lejos que se ve en este presupuesto, la ministra Freeland ha presupuestado 16.100 millones de dólares en nuevos gastos federales.

Más de la mitad de esos fondos, 8.400 millones de dólares, serán destinados a la educación temprana y el cuidado de los niños, lo que coincide casi exactamente con lo que los proponentes de esa iniciativa habían señalado como algo necesario para hacer frente a la falta de espacios en las guarderías de calidad y a precios asequibles.

El presupuesto también ofrece nuevos e importantes fondos para el Programa Nacional de Jubilaciones (3.000 millones), el transporte público (2.600 millones) y una serie de medidas relacionadas con el cambio climático y el medio ambiente (1.900 millones).

La ampliación del acceso a la Prestación para los Trabajadores de Canadá, que es un crédito fiscal reembolsable que ayuda a los asalariados de bajos ingresos, costaría 1.700 millones de dólares adicionales. Freeland dice que esta iniciativa podría sacar de la pobreza a unas 100.000 personas.

Ya en 2014, Freeland dijo que la revolución Reagan-Thatcher surgió de la idea de que «un estado de bienestar excesivamente grande e inflexible» podía ser el culpable de una economía lenta y una alta inflación. Pero los principales problemas de la economía moderna, que son el bajo crecimiento económico y la elevada desigualdad económica, se deben justamente a la falta de acción gubernamental.

«Si la demasiada presencia del gobierno era considerada como el problema de la época anterior de la estanflación, es más fácil argumentar hoy que el problema es su escasa presencia: muy poco estímulo, muy poca supervisión, muy poca redistribución», escribió Freeland. Siete años después, esas palabras aparecen como un presagio de los cambios que se están produciendo en la economía canadiense.

La pandemia de COVID-19 ha afectado duramente a todos los aspectos de la sociedad canadiense y las empresas no son una excepción. Más de la mitad de las empresas en una encuesta reciente de Estadísticas Canadá dicen que han perdido al menos una quinta parte de sus ingresos. (Foto: Nathan Denette / The Canadian Press)

Los vaivenes de la presencia del gobierno en la economía

El gobierno del primer ministro liberal Justin Trudeau fue elegido con la promesa de gastar más y hacer más. En los últimos seis años ha hecho docenas de cosas que el anterior gobierno del conservador Harper no habría hecho, así como algunas cosas que el propio Trudeau desearía no haber hecho. Los números pueden dar una idea de la envergadura del cambio.

En 1992-1993, al final del gobierno de Brian Mulroney como primer ministro, la proporción entre los gastos de los programas federales y el PIB era del 17 por ciento, por debajo del 18,3 por ciento en el último año del gobierno de Pierre Trudeau, mientras que los ingresos eran del 17,3 por ciento.

En 2014-2015, el último año fiscal completo del gobierno de Stephen Harper, el gasto federal había caído al 12,5%. Los ingresos eran del 14,0% del PIB.

Antes de la pandemia, los liberales de Trudeau habían elevado los gastos federales a un 14,1% y el 14,9%. Con este nuevo presupuesto, Freeland prevé que el gasto alcance el 14,9% en 2025-2026 y los ingresos al 15,3%.

Estos datos muestran que no se trata de un regreso de un «gobierno grande», pero está a buena distancia de la visión de Reagan, Thatcher y Harper. Y ese cambio de dirección quedó demostrado con el compromiso de aumentar drásticamente la participación del gobierno federal en el cuidado de los niños: gastar recursos federales y trabajar con las provincias para ampliar un programa social vital.

No hay que olvidar que el ex primer ministro conservador Stephen Harper llegó al cargo con la promesa de desmantelar los planes del anterior gobierno liberal para la creación de un programa nacional de atención infantil.

Las voces de la izquierda política podrían argumentar que los planes económicos de los liberales no son suficientes. Y puede que tengan razón. El gobierno de Trudeau ha archivado los debates sobre el aumento de las transferencias a las provincias de fondos para la salud y el presupuesto de Freeland no ofrece nada nuevo para cumplir la promesa de los liberales para la creación de un programa de acceso a los medicamentos. Un nuevo acuerdo entre el gobierno federal y las provincias que incluiría fondos para los cuidados de larga duración podría añadir miles de millones al gasto anual del gobierno federal.

Erin O’Toole, líder de los Conservadores en el Parlamento canadiense rechazó el presupuesto del gobierno de Trudeau.
(Foto: THE CANADIAN PRESS/Adrian Wyld)

Las voces de la derecha en Canadá podrían argumentar que es demasiado gasto. Mientras el gobierno federal prevea un déficit, será difícil argumentar que lo que está haciendo es asequible. Incluso con los costos del servicio de la deuda registrando mínimos históricos, proyectados en un 1,4% del PIB en 2025-2026, comparado con el 5,8% en 1992-1993, siempre habrá quienes se preocupen sobre lo que podría pasar si las tasas de interés suben en el futuro, o si hay otro choque económico pronto.

Tal vez Freeland siga viendo la necesidad de romper con la ortodoxia neoliberal de los años 80 en adelante, pero también podría querer dejar atrás un gobierno fiscalmente creíble. De no conseguir esto, sólo facilitaría el inicio de una nueva era de políticas de reducción del papel del Estado en la economía.

Es casi seguro que habrá elecciones nacionales en Canadá mucho antes de que se sepa cómo evoluciona la situación fiscal actual. Los liberales podrían estar contentos con el contraste que se está formando, con el líder conservador Erin O’Toole que respondió al presupuesto diciendo que las finanzas de la nación están fuera de control y que él daría prioridad a una reducción de los impuestos en este momento.

Reagan y Thatcher ya son historia antigua. La pandemia puede haber dado suficiente energía a quienes, como Freeland, creen que ha llegado el momento de adoptar un enfoque diferente.

La Ministra canadiense de Finanzas ha presentado un presupuesto que sigue los argumentos que ella expuso en 2014. Eso podría prepararnos para un debate fundamental sobre el tipo de gobierno que Canadá necesita ahora para hacer frente a los problemas de hoy.

Fuentes: CBC / S. Wherry / RCI / Adaptación RV

Categorías: Política
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